Chapografía e Historia de la Escalada en el Manzano, Cajón del Maipo

Categoría: Escalada, Noticias

Chapografía es una arqueología de antiguos artilugios de fabricación semi industrial para la protección de las vías clásicas en las Torrecillas del Manzano, instalados entre las décadas de 1980 y 1990. Éstos han sido reemplazados durante los últimos años por nuevos materiales, mientras los antiguos han sido expuestos a través de la Chapografía en el Festival Internacional de Cine de Montaña de Lo Valdés en abril 2015.

Las paredes de El Manzano son la cuna de la escalada libre en Chile. Las primeras actividades registradas se remontan a principios de los ’60, cuando montañistas de la vieja escuela como don Juan Tangol, César Vásquez y los pioneros del Club Alemán Andino (DAV) como Sergio Kunstmann y Ludwig Krahl, realizaban prácticas de escalada y rapel en estas formaciones rocosas que llamaban “la sala de clases”, como preparación para objetivos más ambiciosos en las montañas de Chile.

Primeras Rutas

Fue a principios de los ’80 que la escalada libre comienza a tomar fuerza en Chile. Nuevamente son montañistas que buscan depurar su técnica los que desarrollan las primeras rutas en las Palestras del Manzano. En su amplio muro central, alpinistas como Dagoberto Delgado, Alejandro Izquierdo y Gino Casassa colocan las primeras chapas, dando vida a rutas como Pajarito(5.7), Ratonil (5.8) y Exponencial (5.9).

Hacia 1984, el grado se asoma tímidamente al 5.10, con la apertura de Mamagallo (5.10a) por parte de los colombianos Luis A. Romero y Marcelo Arbeláez (los mismos de la mega-clásica Colombianos de San Gabriel). No pasó mucho tiempo hasta que Christian Thiele y Christian Buracchio suben un poco más el listón, equipando la técnica Espiral (5.10d). Así, los ’80 en las Palestras llegan a su fin con una decena de rutas plaqueras de hasta 5.10, frecuentadas sólo por un reducido grupo de iniciados.

Explorando Torrecillas

También hacia el final de la década del ‘80, un grupo de escaladores fija su atención en las altas paredes visibles hacia el norte desde el puente sobre el Estero El Manzano. Eran las Torrecillas que desplegaban su embrujo sobre Luis Hernán Urrejola, Felix Muñoz, Claudio Retamal y Andrés Bozzolo, entre otros. Las primeras excursiones a Torrecillas resultan en algunas de las primeras vías multi-largos equipadas en Chile, tales como Microclima, Intentos y Adán y Eva. Los equipamientos se realizan en rapel, a golpe de buril y con equipo de fabricación casera, lo que explica en parte la amplia distancia entre seguros (el equipamiento de material fijo se realiza desde arriba hacia abajo, descendiendo por la cuerda). El atractivo de este lugar para los escaladores de la época radica en que en sus paredes se reúne el ambiente alpino que añoran los montañeros, con la escalada técnica principalmente de placas, tan distinta a las fisuras y chimeneas que predominan en las rutas clásicas de montaña existentes hasta entonces.


Forzando el Grado

Al llegar los ’90, la escalada comenzaba a ser reconocida en Chile como deporte, contando incluso con un incipiente circuito de competencias, en el cual el atuendo típico eran las lycras de colores. Surge una nueva camada de escaladores cuya ambición ya no es conquistar cumbres, sino forzar el grado. Acorde con esta tendencia, talentos de la escalada del momento como Hernán “Nano” Bustos, Jorge Casanova “Chaolo” y Leo Songer, se atreven en las Palestras a equipar algunas rutas que alcanzan el 5.11 y más, tales como Popeye, El Leproso y El Araucano.

También de esta época datan los primeros equipamientos en la Piedra Romel, un par de idílicos bloques situados en la ribera del Estero El Manzano que por sus cuatro costados ofrecen variedad de líneas, desde las más tumbadas y fáciles hasta las más desplomadas y explosivas. Es un lugar perfecto para primavera y principio del verano, cuando se pueden alternar la escalada con chapuzones en el estero.

“La Romel” también fue escenario de un momento único en la historia de la escalada chilena: una reunión ampliada para debatir sobre la procedencia de los agarres tallados en las rutas de escalada. Mucho se discutió, subió el tono de voz y hasta se ofrecieron combos, pero quedó claro que, al menos en El Manzano, tallados, sikados  y otras modificaciones a la roca no son bienvenidos. Actualmente sólo quedan algunos vestigios de estas prácticas en rutas como El Escultor en Las PalestrasMurciélago en la Romel.

Tomás Ravanal en Quetzal

Tomás Ravanal en Quetzal


Generación Deportiva

Hacia 1995, se consolida una generación de escaladores deportivos excepcionalmente fuertes. Entre ellos, cabe mencionar a Juanjo Fernández, Diego Tapia y su hermana María Paz, los hermanos Bárbara, Erick y Esteban Vigouroux, Carlos Concha “Carlanga”, Helmut “Koko” Kocking, Sara Aylwin y varios más. Es justamente ese año cuando Carlanga, el decano de la dificultad de entonces, equipa y encadena Quetzal (5.13b), el primer 8a (escala de dificultad francesa) de Chile. Casi al mismo tiempo, comienzan a explotarse los sectores más desplomados de las Palestras, con el equipamiento de vías como Hidrofobia (5.12a), Adicción (5.12a) o Manjar de Dedos (5.12d).

La explosión del grado también alcanza a Torrecillas. Habituales como Leo Songer y el incombustible Emilio Sierra equipan Tripi para Dos (5.12b), que en su segunda parte ataca un espectacular desplome que da el grado a la ruta. La misma cordada también equipa Acción Mutante (5.11c “duro”), una de las placas más difíciles de todo El Manzano que tiene sólo un par de encadenamientos. Otra línea espectacular y de alta dificultad es El Tubo (5.12a), una tubería que prácticamente se cierra sobre el escalador equipada por Lucho Ortiz.

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Foto: escalando.org

Abriendo desde Abajo

Al “agotarse” las Palestras y Torrecillas I, las miradas comenzaron a volcarse a los numerosos bloques, paredes y monolitos inescalados dispersos en todo El Manzano. Fue una cordada excepcional, formada por el alemán Martin Waldhör, el catalán Eduardo Mondragón y nuestro compatriota Waldo Farías “Mota”, la que plasmó una segunda época dorada con las aperturas realizadas entre 2000 y 2003. No hubo fin de semana en que no abrieran varias rutas nuevas, siempre en el mismo estilo: “desde abajo” y “con taladro al cinto”. Donde mejor se materializa esta visión es en Torrecillas II, con largos que, aunque de dificultad moderada, pueden tener sólo 3 ó 4 seguros en 50 metros… De ahí nombres de rutas como La Saika (5.10c) uOs Queda Poca Vida (5.9). No contentos con agotar Torrecillas II, al poco tiempo se repiten el plato en Torrecillas III.

Casi al mismo tiempo, comienzan a equiparse las primeras rutas en las rocas ubicadas al este de las Palestras. Una de las más evidentes es la Pared del Mota, así llamada en honor a Waldo Farías “Mota”, quien junto a Pablo Besser equipó una de las primeras vías del sector. Aquí también se dio un interesante cruce generacional, ya que años después de la actividad pionera de Waldo, el joven Carlos Pinto enfrentaría la pared también “desde abajo” y “con taladro al cinto”.


Locales del Manzano

Tras la Pared del Mota no tardaron en caer algunos satélites próximos como La Cresta o Los Tres Moais, ambos sectores en que la soledad y el silencio son compañeros seguros. En este punto comienza a realizar equipamientos la primera camada de verdaderos locales de El Manzano, un grupo de escaladores que eligieron este lugar como su hogar, transformando su infinidad de paredes en su patio trasero. De la mano de Pablo Cortés, Felipe González Díaz, Eduardo “Lalo” Durán, Eduardo Mondragón y Nicolás Gutiérrez, se desarrollan sectores completamente nuevos como la Piedra del Sombrero, la Pared del Litre y más notablemente Los Manyos, demostrando que el potencial para equipar nuevas rutas es principalmente un asunto de visión y motivación.

Hoy en día, a más de 30 años de las primeras rutas y con más de 250 vías equipadas, el Manzano es sin duda una de las mejores zonas de escalada de Chile. Esperamos que esta guía sea un aporte para todos los que sueñan con elevarse en alguna de sus fascinantes paredes.

Los Manyos

Los Manyos


Glosario de términos

Chapa: placa de acero galvanizada que se ancla a la roca por medio de pernos de expansión y posee un agujero disponible para la conexión con la cuerda (mediante un mosquetón).

Rapel: técnica utilizada para descender por una cuerda. Hoy en día se utilizan elementos metálicos que por roce permiten controlar la velocidad de desplazamiento vertical. Anteriormente se “rapeleaba” pasando la cuerda por el cuerpo (muslo y espalda).

Palestras: formación de roca característica de El Manzano.

Grado de escalada: existen distintas escalas de graduación de la dificultad en la escalada. En El Manzano se utiliza la YDS, que tiene el prefijo “5.”, seguido de otro número y letra de la “a” a la “d”, para indicar la dificultad del recorrido. Las dificultades hoy en día se encuentran entre el 5.4 y el 5.14d. Ej: “Popeye – 5.11a”.

Agarre: protuberancia, agujero o característica presente en la roca que permite ser “agarrada” para escalar.

Tallados: controversial dentro del deporte (anti-ético), consiste en realizar tallados en la roca (mediante cincel, taladro u otro) ante la ausencia de agarres.

Sikados: éticamente similar a los tallados, consiste en “sikar” (pegar mediante adhesivo epóxico “sikadur”) agarres o reforzar algunos existentes para evitar que se salgan con el tránsito de escaladores.

Desplome: pared con pendiente negativa (inclina más allá de la vertical).

Encadenamiento: consiste en escalar una cierta vía de manera continua, sin caídas o “vuelos” (que son detenidas por la cuerda de seguridad) y sin descansar (colgado) de las chapas.

Cordada: se llama indistintamente al par de deportistas que realizan la actividad o al compañero de uno de ellos.

Satélites: se indica así a los distintos sectores aptos para la escalada en El Manzano, por su disposición dispersa en el sector.

Buril: elemento que permite la perforación (con una broca) en la roca para colocar pernos de anclaje. El giro se realiza manualmente, acompañado de percusiones con martillo.

Taladro al cinto: hoy en día se cuenta con taladros a batería (ver buril) que permiten la colocación de chapas (con sus respectivos pernos de anclaje) de manera más rápida que con buril. “Al cinto” se refiere cuando el escalador carga el taladro durante el primer ascenso.

Largos: se refiere a la distancia de recorrido de un largo de cuerda, que puede variar entre 25 a 60 mts. Normalmente las cuerdas tienen entre 50 a 70 mts de largo.

Multi-largo: corresponde a un recorrido que comprende más de un largo de cuerda. Existen estaciones intermedias, al término de cada largo “reuniones”. Se usan tanto para el ascenso como para el descenso.

Fisuras y Chimeneas: grietas con las características que su nombre indican. Se diferencian por su tamaño.

Placas: pared aparentemente “lisa”,  normalmente con agujeros o agarres que sobresalen de la roca.

Por Pablo Cortéz e Ignacio Morales, obtenido (con autorización) desde la web http://www.andinista.cl/2015/10/apertura-de-la-cascada-del-metro-cubico.html

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