Dynos, volar desde el mundo interno

Categoría: Consejos

En la escalada se realizan diferentes movimientos, uno de ellos es considerado de los más complejos en cuanto a su requerimiento técnico y exigencia psicofisiológica; fortaleza, precisión, coordinación óculo manual y óculo pedal, determinación, autoconfianza, gestión de la tensión, lectura de vía, resolución de problema, flexibilidad de la atención. Todas estas variables o aspectos mentales son entrenables para la eficacia del «lanzamiento» o «dinámico».

Por Víctor Arredondo, Psicólogo Deportivo

En este artículo no haremos reseña de los aspectos técnicos, dado que el objetivo es evidenciar la dimensión psicológica del gesto técnico desde un enfoque preventivo. El dinámico nunca es igual en su ejecución debido al ambiente que siempre cambia, haciendo que la zona de confort se expanda, y en ello, aparece nuestra percepción de reto o amenaza, que marca el inicio del camino al lanzamiento; si la percepción es de amenaza, el pensamiento negativo invade, los montos de ansiedad se elevan, y el miedo se instala como emoción predominante repercutiendo a nivel muscular.

Para ejemplificar podemos mencionar el documental «Down Wall», en el cual un experimentado Tommy Caldwell, luego de entrenar la vía 16 «the Dyno» (5.14 B), un lanzamiento de un metro más o menos hacia la izquierda en El Capitán en el que debían quedarse de una regleta, decide cambiar la estrategia en el ascenso  para no realizar el dinámico, creando otra vía.

Regulación emocional para la seguridad y control del espacio para regular las emociones.

El dinámico nos invita al desafío de vivir la incertidumbre por unos segundos; el cuerpo pierde contacto con la superficie perdiendo la certeza de quedarnos en el objetivo, de no alcanzar a tomarnos del objetivo. Nuestro cuerpo comienza a bajar y hacia atrás sin un lugar claro donde caer, si logramos alcanzar el objetivo el cuerpo vive la inercia balanceándose (efecto puerta) y que sin un buen agarre podemos salir disparados a cualquier lado sin control.

Esto activa nuestro cerebro produciendo una alarma a niveles generales (estrés), y para disminuir la tensión y sentirnos medianamente cómodos y seguros podemos tomar precauciones sobre el ambiente (gestión del riesgo). Así podremos desbloquear el movimiento de lanzamiento y no hacerlo a un lado del entrenamiento/aprendizaje disminuyendo nuestra batería de gestos técnicos.

Si estamos en gimnasio o en roca, tener una superficie que amortigue la caída como colchonetas o crashpad. Si estamos en un boulder de roca o en escalada deportiva, que el cuidador/cordada se encuentre atento, con capacidad de anticipación y reacción a tu movimiento para no tener la atención puesta en lo que sucede abajo despreocupándonos de la exigencia del boulder o vía (confianza). Antes de lanzarnos, principiantes o expertos, debemos tener un conocimiento mínimo del lugar desde donde efectuaremos el lanzamiento y al objetivo que llegaremos (para escaladorxs experimentados no es tan necesario ya que la memoria de trabajo permite reconocer superficies, texturas, modos de agarre, no excluye la resolución del problema en tanto lectura y visualización).

Una vez asegurados en cuanto espacio- ambiente (ojo, no siempre se está totalmente seguro) nos podemos enfocar en nosotrxs. Que no tengamos la habilidad de regular nuestras emociones, posiblemente afecte nuestro procesamiento de información y los aspectos motivacionales. Para ello, es importante tener una respiración consciente que nos ayude a la gestión de tensión precisa, que nos posibilite una  lectura y visualización eficiente.

Antes que aparezca la emoción del miedo, aparecen ideas, pensamientos que interpretan y perciben las acciones que vivenciamos (como la perspectiva de reto/amenaza). Seguramente tendremos pensamientos que nos pongan en situaciones negativas; idea de fracaso, que puedo sufrir una caída grave, proyectar una imagen en la que nos damos un golpe en el muro o pensamientos relacionados a la confianza «no puedo hacerlo», «aún soy débil», «no soy lo suficientemente bueno para hacerlo», «me volveré a caer». La posibilidad de que nuestra mente quede en blanco es muy remota, no debemos luchar para que esto se produzca, pero si debemos ser capaces de no centrarnos en ningún pensamiento o idea negativa -«dejarlos pasar» diría el budismo- y darle fluidez a aquellos pensamiento e ideas que nos den sensaciones positivas.

En el vuelo debemos tener la capacidad de flexibilizar nuestra atención de un punto a otro (desde donde nos lanzamos y al punto que nos lanzamos) y de adaptarnos en fracción de segundos a una multi tarea exigida por la escalada que realizamos.

Es muy importante discriminar el foco atencional, entre lo que vive el mundo interno (ideas, pensamientos, sensaciones psicofísicas) y lo que estoy realizando (desde donde voy a iniciar el lanzamiento por ejemplo). Dirigir la atención a lo interno nos puede llevar a considerar el miedo e ideas de fallo si estas son muy intensas provocando la duda y una posible huida.

La emoción predominante en todo el desarrollo del lanzamiento es el miedo, y es imposible no sentirlo al ser una reacción primaria de auto cuidado (sobre vivencia). Lo posible es el entrenamiento de la gestión emocional que busque reducir los factores internos y externos que posibilitan el incremento del miedo.

Un tip de psicoentrenamiento para trabajar de forma autónoma este tipo de movimientos (también aplicable para otras instancias) es tener una bitácora de vías de entrenamiento o de competencias. Esto nos puede ser útil para autoconocernos y detectar intensidades y momentos en que se presentan las sensaciones que afectan nuestro rendimiento o eficacia, y que no somos conscientes por la intensidad que vivenciamos. Esta información después podemos estudiarla y planear nuevas estrategias para afrontar dynos, preestablecer auto diálogos constructivos que no se caractericen por una elevada exigencia, por agresiones o desconfianza y que podamos utilizar en la ejecución de la vías que nos propongamos).

Cuando entrenamos para la aplicación del lanzamiento, se puede ser mantener uno o dos puntos de apoyo (pies) e ir soltando las manos para movernos de una presa a otra e ir progresando (aperturas de puntos de apoyo, en el tamaño y formas de los puntos de apoyo, aumento de distancia de un punto a otro, altura de dónde realizamos el ejercicio, etc.). Intentar estar acompañadxs para ayudarnos y obtener feedback.

Víctor Arredondo

Psicólogo Deportivo

Instagram: @victorpsicodeportivo

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